Sigo escuchando el retumbar de las montañas, los aullidos de lobos hambrientos y esa canción que me aleja de todo. Sigo notando el frío de medianoche, el enorme vacío de ausencias y las lágrimas recorriendo, noche tras noche, mis mejillas. Sigo pensando en desaparecer, en dejar que mi corazón quede helado para siempre y en que vuelvan a brillar esas estrellas hartas de humanos egoístas. Sigo observando cómo las olas del mar luchan para llegar a la orilla sin desaparecer por el camino, como las malas hierbas crecen sin cesar, como la vida está dejando paso abierto a la muerte y como los recuerdos son cada vez más fríos y borrosos. Sigo creyendo en las noches de luna llena, en los mapas para viejos aventureros y en el doble sentido de las palabras. Sigo amando esas largas frases sin sentido, el sonido suave de la brisa marina y esos pianos repletos de polvo y melodías infinitas. Sigo…

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