El hedor a cerrado se mezclaba con el olor corporal de la gente. Las paredes pintadas a lo loco, con pósters de grupos veteranos, cedían a ver la vejez de ese decrépito bar. La música de los 70 se entrelazaba con el murmullo de gente borracha y agitada. Cuando de repente oí las primeras notas de nuestra esa canción una enorme sensación de pavor me inundó y mi mirada se fue directa a la mesa de ese rincón. Antiguo rincón de confesiones y placeres, de cervezas y te quieros, de tabaco y besos de medianoche. Ese rincón que había escuchado parte de nuestras vidas ahora se encontraba desierto. Íntegramente vacío.

Me consumo cuando siento el frío de tus huesos.

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